29 agosto 2012

El árbol que vivió cinco mil años y murió talado por un becario

Hace poco, hacía un post sobre un bosque de árboles supercuriosos, tanto por sus formas enrevesadas, como por tratarse de los que se cree son los árboles más longevos del mundo. Y buscando más información sobre éstos árboles he dado con una anécdota que desconocía, la de una de las mayores “torpezas” ejecutadas por un becario estudioso de la naturaleza.

Brian Schalcosky

En el Parque Nacional de la Gran Cuenca, en el estado de Nevada, existe una reserva de árboles conocidos como pinos bristlecone o longevos, una especie que tiene una apariencia muy particular y que puede alcanzar en cada ejemplar varios milenios de vida: son los organismos no clonados vivientes más antiguos del planeta.

Los pinos bristlecone a menudo parecen árboles muertos por su aspecto, pueden alcanzar los 15 metros de altura, con apenas hojas y sus enrevesadas formas de madera resinosa y dura, capaz de resistir cualquier contratiempo.

La historia curiosa del post es la de uno de los ejemplares de ésta especie, bautizado como Prometeo, que al momento de una de las mayores torpezas realizadas por un investigador, se cree que tenía unos 5.000 años de vida, o lo que es decir, más antigüedad que las propias pirámides de Egipto.

En el año 1964, un becario joven llamado Donald Currey, realizaba una tesis sobre glaciares y el clima en la edad del Hielo en la zona de las Montañas Blancas cuando supo de la existencia de algunos de los árboles más longevos del mundo, sobre todo gracias a estudios posteriores realizados por el científico Edmund Shulman a mediados del siglo XX. Y lo supo para la mala fortuna de Prometeo, porque el estudiante graduado y con la autorización del departamento de Servicio Forestal de los Estados Unidos, en un intento no muy claro y dificultoso de probar su edad con los métodos científicos de entonces, decidió derribarlo para su estudio (al momento de leer ésto todos deberían llevarse la mano a la frente, tomarse una foto y enviármela Sonrisa).

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Prometeo fue cortado y derribado el 6 de agosto de 1964, y en el conteo de anillos de la sección del árbol se llegó a la cifra de 4844, aunque unos años después la cifra se elevó a 4862. Estimando que el lugar del corte y estudio fue mal realizado, se realizaron correcciones estimadas en las que se especula que el árbol podría tener al menos 5.000 años cuando fue cortado, lo que lo convertiría en el organismo no clonado más viejo jamás conocido (a diferencia de otros organismos en forma de colonia clonal como Pando, de hasta 80.000 años de antigüedad), incluso superando al hoy existente y no talado Matusalén, otro pino bristlecone de unos 4.700 años, que afortunadamente, permanece “en secreto” en cuanto a su ubicación.

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Imagen en Wikipedia / Autor Jrbouldin

Sobre la historia del corte del árbol, los detalles no están muy claros, no está claro si el corte fue decisión drástica a consecuencia de quedar su perforador anular atascado en el interior del tronco, si hubo un percance en la opción de obtener muestras, o si consideraron técnicamente imposible obtener datos precisos sin cortar el árbol. Tampoco se sabe si en el momento del estudio, hayan considerado que el árbol era “uno más de tantos”, y no el árbol y ser vivo más longevo del planeta. La ineptitud (el corte se hizo con el correspondiente permiso de las autoridades forestales), sirvió para luego (y tarde) impulsar la protección del bosque de bristlecone, sobre todo en el área de Wheeler Peak, hasta ganar el estatus de Parque Nacional (Parque Nacional de Great Basin). Incluso, el impulso contó con el apoyo del propio Currey, que posteriormente desarrolló una carrera académica exitosa.

Como epílogo, la resistencia de éstos pinos en condiciones de vida extrema (crecen en zonas de altura) es aún más curiosa por parecer resistir mejor mientras peores resulten esas condiciones. De hecho, el vivir en sitios así les permite estar alejados de pestes y enfermedades y amenazas. Aunque poco pudieron hacer por resistir el asedio de un becario.

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02 julio 2012

El hombre que se largó a volar hasta alcanzar casi 5.000 metros con una silla de jardín atada a globos meteorológicos.

No es un modelo a seguir (especialmente para los niños, para quien les dejo el tip “no intenten ésto en casa”). Digo, no es un modelo a seguir empezando por el poco profesionalismo de ésta historia, que más bien parece una alocada aventura que pudo terminal muy mal.

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Larry Walters fue un conductor de camión residente en San Pedro, California que quiso convertirse en piloto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, un proyecto frustrado por problemas de visión. Con alrededor de 33 años decide concretar una idea que venía rondando su cabeza desde varios años antes. Así se lanza a comprar unos 45 globos meteorológicos para cargar con helio y simplemente echarse a volar sin realizar demasiados cálculos ni prevenir demasiados riesgos. Su plan era por decirlo, poco meticuloso (como mínimo): amarrar los globos a una silla que tenía en su patio, cargar unas cervezas, unos bocadillos, una pistola de aire comprimido para cargarse algunos globos y descender, y así, pasar unas largas horas a no más de 40 o 50 metros de altura.
Con su equipo de picnic, Larry Walters se echa a la aventura, pero lo que eran sólo unos pocos metros, se transformaron en un ascenso que no pudo controlar. Por miedo a desequilibrar toda la carga junto a su silla, decide no disparar a los globos y dejarse llevar hasta alcanzar nada menos que unos 4. 600 metros según las estimaciones posteriores. En el aire, también disponía de un equipo de radio con el que se pudo comunicar a través de un canal para emergencias, tras invadir el espacio aéreo controlado. Luego de 45 minutos en el aire, comienza a disparar a los globos, hasta perder accidentalmente los perdigones por la borda. El descenso fue poco menos que lento e infeliz, hasta quedar atascado en unos cables que causaron un apagón de 20 minutos en la zona de Long Beach.
Por supuesto, tras la aventura fue detenido por violar la ley Federal de Aviación, aunque por ser un caso inclasificable fue multado por “apenas” 1.500 dólares. Su experiencia lo llevó a deambular por algunos programas de televisión, ganándose también varias notas en distintos diarios.
Curiosamente, ésta pequeña aventura, tuvo sus secuelas hasta la actualidad en una modalidad de vuelo conocida como cluster ballooning. Éste deporte de riesgo, se realiza con múltiples globos en donde la única técnica de ascenso es desprenderse de peso (normalmente agua almacenada en compartimentos junto a un arnés individual) o de descenso desechando globos.
Por ejemplo, en ésta web, podemos acceder a la información de una organización de voladores en globos en racimo (aunque la web más parece una página personal de un aficionado, John Ninomiya). Según explica, el vuelo en globos con helio es una actividad bastante excéntrica realizada por unas pocas personas en el mundo. En Clusterballoon.org, John Ninomiya cuenta sus experiencias en la actividad (siendo uno de los aficionados más reconocidos), luego de haber realizado más de 40 vuelos en globos de helio, que no duda en calificar como momentos mágicos. En total, según afirma, hay apenas una media docena de pilotos en globos de racimo dispersos en el planeta. Para verlo con nuestros propios ojos, nos queda observar uno de los despegues de John Ninomiya en vídeo…los dejo con él:

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NOTA: hoy se cumplen exactamente 30 años de ésta hazaña.

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18 mayo 2012

El problema de que una isla paradisíaca esté demasiado cerca de una gran ciudad

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El problema en realidad es que a veces mucha gente puede tener la misma idea a la vez: disfrutarla. Ésta isla esporádica frente a la costa de Brasil (aparece sólo cuando baja la marea unos veinte días al mes), recibe la visita de hasta 2.000 barcos en un sólo fin de semana.

carlosRoberto

Se llama Areia Vermelha, y es un fenómeno natural muy esperado, un pequeño banco de arena sobre una formación coralina que se encuentra a 2 kilómetros de la costa y la playa en la ciudad de Joao Pessoa, en Brasil. El paraíso, evidentemente es demasiado pequeño para una ciudad que cuenta con unos 700.000 habitantes. Claro que no es la única playa pero sí es una de las más disfrutadas por sus habitantes, que saben que junto a las mareas, lo bueno no dura demasiado.

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